Hoy en el blog de Melisa Tuya encontramos una preciosa carta dirigida a la familia que encontró a su perra Troya hace 13 años y la sacó de la calle. Gracias a esa familia, que la recogió y tuvo en acogida hasta que pudo entrar en el refugio, Troya llegó a sus vidas.
Muchas veces hablamos de la importancia de la adopción, pero tan importante o más son las casas de acogida que cuidan a los perros o gatos hasta que consiguen una familia definitiva.
Estas personas hacen una labor tremenda y a veces muy dura, cuidan durante unos días, meses o incluso años a un animal para después decirle adiós. Saben que el final de ese animal es feliz, que se va con su familia, pero aun así debe de ser difícil.
Por eso Melisa está buscando a esa familia de acogida que salvó la vida de su perra para conocerles y darles las gracias.
La carta
»Carta a los que encontraron abandonada a mi perra y la acogieron hace trece años. ¿Me ayudáis a que les llegue?
Hace trece años que Troya llegó a nuestra familia. En ANAA Asociación Nacional de Amigos de los Animales me dijeron que no llevaba demasiado tiempo en la protectora. Había estado en acogida con la familia que la encontró abandonada, por el norte de Madrid.
Estuvo viviendo con vosotros, no sé durante cuánto tiempo pero sí sé que en vuestro hogar, en lista de espera hasta que hubo un hueco para ella en un chenil.
Se llamaba Raspa entonces. No sé si ese nombre se lo pusisteis vosotros. Probablemente sí y lo que sí sé es el motivo. Estaba en los huesos. Gracias a vosotros dio el primer paso para dejar atrás una vida de maltrato, de miedos, cuyo recuerdo son los perdigones bajo la piel y la leishmania que conseguimos tener siempre controlada.
Gracias a vosotros, a que decidisteis complicaros la vida y no mirar a otro lado aquel día que una mestiza sin futuro se cruzó en vuestro camino, ha podido superar todo aquello.
Hace ya muchos años que una perra sin futuro se convirtió en una perra que envejece segura y feliz. Y eso ha sido posible gracias a vosotros.
No sé si la reconoceríais si la vierais. Ahora es una abuelita que duerme todo el día. Su cuerpo ha cambiado, igual que su pelo y su rostro. La mirada y la sonrisa siguen siendo las mismas. Igual que las ganas de jugar, aunque las fuerzas le fallan enseguida, a ella que fue una atleta incansable. Ya apenas hace caso a las pelotas, que hasta hace pocos años le volvían loca. Y sé que se acerca el peaje, el momento de hacer honor a mi promesa. Lo sé, pero no es algo en lo que quiera pensar demasiado.
No sé si os llegará esta carta, este agradecimiento. Imagino que es difícil. En la protectora están intentando encontrar la manera de dar con vosotros y hacérosla llegar. Complicado. Han pasado demasiados años.
Pero a veces los milagros ocurren. ¡Quién sabe! Por eso gracias, mil veces gracias.
Gracias también a todos los demás que han obrado como vosotros lo hicisteis.
Los milagros existen, claro que sí. Y somos los seres humanos los que los hacemos posibles cuando escuchamos los dictados de un corazón bondadoso.»
¡Échale una mano!
¿Le echamos una mano? Las redes sociales nos permiten hoy en día cosas fantásticas y puede que gracias a ellas esta carta llegue a sus destinatarios. Para ello os pedimos ayuda con la difusión, cuanta más gente la vea y difunda más probabilidades hay de conseguirlo.
¡Mucha suerte familia! Esperamos de todo corazón que encontréis a esas personas que no miraron hacia otro lado y le dieron una segunda oportunidad a Troya.