Hemos hablado en varias ocasiones de la importancia de respetar el espacio y el carácter de nuestros pequeños felinos pero la cosa se complica cuando conviven en la misma casa gatos y niños. La base de una buena convivencia se centrará en tomar precauciones desde las primeras interacciones para evitar situaciones desagradables o estresantes.
Las bases de la convivencia entre niños y gatos
Sea el gato o el bebé el que llegue a casa en primer lugar, tendremos que mantener una vigilancia constante y enseñar a ambos (sobre todo al niño) a interactuar. Vamos a ver algunas pequeñas pautas a tener en cuenta pero, si en algún momento hay algún problema y no sabes cómo poner solución, puedes pedir ayuda a un etólogo que analice tu situación concreta.
Lugares seguros
Cuando los peques empiezan a moverse nuestro gato puede sentirse agobiado, por eso es esencial que le proporcionemos lugares seguros donde sepa que nadie le va a molestar.
Cada gato tendrá unas preferencias y lo mejor es adaptar estos lugares de descanso a ellas. Algunos preferirán un sitio en las alturas, otros debajo de una cama, dentro de un armario…
En casa Link opta por los lugares altos, como el rascador o la cama de tiburón que está dentro de la cuna de Tristán (que no la usa), y Zelda prefiere una camita que tenemos debajo de nuestra cama.
Respetar su espacio
Es esencial enseñar a los peques la forma correcta de interactuar con el gato. Les mostraremos que cuando están en sus lugares de descanso no hay que molestarles y la forma de acariciarles. Además, podemos ir mostrándoles algunas pautas sobre el lenguaje de los gatos como por ejemplo que cuando mueven su cola rápidamente suele ser que se están poniendo nerviosos.
También les enseñaremos que, cuando ellos se acercan voluntariamente, pueden acariciarlos y cómo hacerlo, mostrándoles las zonas favoritas de contacto de nuestro gato.
Juguetes para gatos
Qué respeten su espacio no quiere decir que no puedan jugar juntos, hay tiempo para todo. Lo importante es que el juego se haga con los juguetes adecuados y no con manos o pies para evitar la agresividad por juego.
Un juego adecuado para ambos puede ser el de lanzar ratoncitos y que el gato los »cace» o jugar con cañas de las que llevan colgando una cuerda con un juguete.
Supervisión constante
Aunque no suela haber conflicto en las interacciones entre nuestro gato y nuestro hijo es importante mantener una supervisión constante. Aunque estén acostumbrados a estar juntos debemos controlar estas interacciones para que ninguno de ellos actúe de forma que pueda molestar al otro.
Convivencia o amistad
Lo esencial cuando hay gatos y niños es que consigamos una convivencia tranquila y feliz entre ambos, lo cual no quiere decir que vayan a ser inseparables. Estamos acostumbrados a ver imágenes muy tiernas en internet de niños con gatos pero en la mayoría de las ocasiones esto no será así.
Lo más probable es que nuestro gato pase del bebé y niño hasta que este no sea algo más mayor y más tranquilo. Sin embargo, dependiendo del carácter del niño y del gato, pueden ser inseparables desde el principio o ignorarse mutuamente.
En nuestro caso, cuando Bastian llegó a casa Zelda lo ignoró (y sigue así) y Link se asustó muchísimo durante los primeros días pero después comenzó a acercarse cada vez más. Durante los meses en los que Bastian era más tranquilo dormía siempre junto a él y cuando empezó a moverse más comenzó a dormir cerca pero no pegado.
Actualmente no interactúan demasiado porque Bastian aun es un poco burrito pero siempre está rondándolo. Suele estar descansando en la habitación donde Bastian esté y suele dormir la siesta y un rato de la noche en la misma habitación que él. Creo que esta pequeña cercanía que hay entre ellos tiene mucho futuro.
Sin embargo, al llegar Tristán, Link lo ha ignorado completamente y Zelda tiende a dormir cerca de él cuando estamos en el sofá. Imagino que cuando empiece a moverse más también pasará de él pero ¿Quién sabe?
Lo esencial es respetar su decisión y no forzar la interacción porque con ello podemos conseguir lo contrario y, además, aumentar los niveles de estrés pudiendo llevar incluso a problemas de conducta.
¿Cómo se llevan tu gato y tus hijos? Cuéntame en los comentarios