cachorros

Como muchos sabéis el primer perro con el que conviví fue Eddie, un cocker americano. Era un perro tan bueno como gruñón y un poco cabezota. Yo fui una de esas niñas pesadas que le repetía a sus padres »Mamá, quiero un perro» y debí insistir mucho porque lo conseguí.

A la historia que os cuento hoy nunca le hemos dado mucha relevancia, pero siempre estará ahí y de vez en cuando nos acordamos de ella. Muchas veces pienso si fue una casualidad o el instinto de Eddie el que salvó a mi hermana de un accidente bastante grave.

Instinto o casualidad, como nuestro perro salvó a mi hermana

Hace muchos años vivía en nuestro actual piso junto con mis padres, mi hermana y Eddie. Justo enfrente del portal teníamos un descampado, no se le podía llamar parque, donde a Eddie le encantaba dejar su rastro antes de empezar el paseo. Todos los días en cuanto salía por la puerta tiraba de la correa hasta llegar a él.

Una mañana en la que salimos toda la familia de excursión mi hermana llevaba a Eddie, con la típica correa flexi a las que ahora tanta manía les tengo, abrió la puerta del portal y se dirigió al descampado. En medio hay una carretera, y a ella no se le ocurrió mirar si venían coches, se aventuró directa hacia la calzada.

Fue todo visto y no visto, pasó tan rápido que ni a mi madre ni a mi nos dio tiempo a reaccionar. En el momento justo en que mi hermana se lanzó corriendo hacia allí Eddie pego un tirón en dirección contraria, casi tirándola al suelo, preciso instante en el que un coche pasaba a toda velocidad por la calle. Pocas veces habré visto a mi madre tan asustada.

Nuca sabremos si fue casualidad que ese día Eddie no quisiera  pasar al parque tan rápido o fue su instinto… Lo que quedó claro es que nuestro primer gran perro salvó a mi heramana, si no llega a ser por él la cosa habría quedado en algo más que un susto.

¿Tenéis alguna historia parecida que vuestros perros hayan protagonizado? ¡No dudes en contárnosla!

por Celia

Un comentario en «El día que Eddie, nuestro primer perro, salvó a mi hermana»
  1. Canuto, mi adoptado, me avisó de que me había dejado la sartén puesta en el fuego. Llevaba con nosotros relativamente poco y se puso en la puerta de la cocina a ladrar de forma repetitiva. En ese instante recordé que había dejado el fuego puesto. ¡Un campeón en toda regla!

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